La felicidad y la realización personal son el equilibrio dinámico entre bienestar colectivo e individual, entre vida privada y laboral.
La demarcación entre bienestar colectivo e individual, entre vida privada y laboral, cambia continuamente.
En el trabajo, la felicidad y la autorrealización se alcanzan cuando las personas instauran lazos positivos y crean comunidades a las que sienten pertenecer.
En el trabajo, las comunidades no se desarrollan de manera espóntanea y natural.
Cuando hay un sentimiento de pertenencia, cada aportación enriquece el bienestar de la comunidad en su totalidad.
Las personas felices pasan a ser los verdaderos recursos: no por nada, las organizaciones más productivas son aquellas en las que el sentimiento de pertenencia está más desarrollado.
La interacción natural es el fundamento de lazos positivos, comunidad y sentimiento de pertenencia.
La interacción natural es la capacidad espontánea de comunicar de la forma más sencilla y eficaz posible.
En el trabajo, la interacción natural replantea el estado de cosas. Así de sencillo.
La interacción natural es la clave para reformular los procesos: requieren tanto sencillez y rapidez como conocimientos, comunicación y colaboración.
Cuando no hay interacción natural, los procesos se alteran, ralentizan, se estancan o incluso se vuelven imposibles.
Cuando hay interacción natural, cada persona expresa sus capacidades y conocimientos haciendo una aportación única y original a los procesos.
Las herramientas digitales utilizadas en la gestión de los procesos se han quedado obsoletas: están orientadas únicamente a crear y gestionar procedimientos.
Las personas buscan y adoptan herramientas alternativas porque los medios utilizados para trabajar no tienen como meta la interacción natural.
Las personas necesitan herramientas digitales veloces en la emisión y recepción, pero que permitan la profundización, el análisis y el razonamiento dialogante. Horizontales y verticales.
Las herramientas que las personas necesitan no se limitan solo a transmitir datos, sino que crean las condiciones para que estas puedan captar información de valor, detalles y matices del contexto.
Hacen falta herramientas que puedan multiplicar el valor de la involucración y del conocimiento del individuo.
Cada persona en el trabajo es receptora y difusora de conocimiento, que emerge por medio de la interacción natural.
Conocimiento difuso, coparticipación y transparencia son la clave para alcanzar objetivos y metas económicas.
El conocimiento difuso hay que preservarlo, pues determina la memoria de la organización y el modo en que esta construye el presente y establece sus perspectivas de futuro.
El conocimiento difuso genera inteligencia colectiva.
La inteligencia colectiva permite que las comunidades que forman parte evolucionen hacia una capacidad superior de resolver problemas.
La inteligencia colectiva genera bienestar colectivo. El bienestar colectivo genera inteligencia colectiva. Huevo o gallina, no importa.
Las organizaciones con visión de futuro invierten tanto en inteligencia colectiva como en inteligencia artificial, con mayor énfasis en la primera.
La interacción natural es el pegamento que multiplica la fuerza de ambas.
La inteligencia artificial es el cálculo, la inteligencia colectiva, el razonamiento.
Hay que poner a las personas en la condición de poder ser felices y autorrealizarse.
Las personas, cuanto se sienten felices y realizadas, son una suma de matices y unicidad.
Las personas son la verdadera ventaja competitiva.
Hay que perseguir la interacción natural sin tregua.
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